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Dossier 20 años de Punk + Entrevista a Greil Marcus

Ajoblanco + Oscar Fontrodona

En Kojok, cuando lo policía capturaba por fin al asesino, siempre le espetaban:  “You dirty, punk” (Eres escoria). En la calvinista escuela yanqui, los maestros les de­cían lo mismo o los chavales llamados a escurrirse por las rajas del sistema educativo. Uno de ellos, Legs McNeil, sacó un fanzine en Nueva York, en diciembre del 75, para dar car­ta de naturaleza o una música nueva, que rom­pía por su descaro, a la que estaban llaman­do Street Rock. McNeil se acordó del profe y le puso a su fanzine: Punk.

El grito liberador, «No hay futuro», resuena con to­da su fuerza veinte años después, en un contexto de expectativas aún más bloqueadas. El punk no fue un estilo musical sino un furioso escepticismo cargado de negatividad: «Vuestros dioses han muerto, basta de aburrimiento y de normas. iViva el caos!»

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Aquel 1975, ponías la radio en Inglaterra y oías a un enteradillo cacareando que si las cosas seguían así, habría i800.000 parados! en 1979, mientras un tipo replicaba que si tal cosa llegaba o pasar sería la anarquía en las calles. En realidad, el desempleo en un Estado de Bienestar era un nuevo tipo de ocio, que aumentaba al ritmo que las nue­vas máquinas volvían lo economía soberproducción. Cuando se hunda la URSS, Carlos Solchaga lo definirá a la española: «los parados son unos vagos que no quieren tra­bajar». La escoria se va a enterar.

«Estamos bastante/ bas­tante desocupados / estamos bastante / bas­tante desocupados/ Y NO NOS IMPORTA». Sex Pistols

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El norteamericano Greil Marcus asistió al últi­mo concierto que dieron los Sex Pistols, en San Francisco el 14 de enero de 1978, escribió:

(…) Tocaron durante una hora, cuatro días después el grupo se separaba. Es posible que su única alternativa ante el futu­ro que el mundo del rock’n’roll les reservaba -un futuro desprovisto de imaginación, un fu­turo constituido por los recompensas y cas­tigos que ellos se habían propuesto rechazar­- fuese abandonar el escenario. Eso o un ac­cidente de aviación.

(…) Justo antes de que el grupo abandonara el escenario -tras recoger cuidadosamente cualquier objeto de valor (al final había cua­tro paraguas)-, Rotten introdujo un cambio en su música. Era la famosa frase de «Anarchy in the U.K.»: «No sé lo que quiero/Pero sé có­mo conseguirlo».

Aquella noche la partícula negativa había desaparecido. Sabía lo que quería, gritaba Rotten, y lo decía en serio. No sabíamos qué era pero, fuese lo que fuese, los que estábamos allí no se lo podíamos dar, y eso también lo sabía. Por eso, pocos minutos después, se fue, y nunca más veremos algo o a alguien como él.

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