Ajoblanco nº 53, 06.1993
Tras un primer capítulo sobre Warhol y Beuys, dedicamos ahora esta segunda parte a Polke y Richter, figuras que también jugaron un papel central en la historia artística de la pasada década. Sigmar Polke y Gerhard Richter fueron alumnos de Beuys durante un tiempo y ambos crearon, con actitudes esencialmente conceptuales, una amplia gama de posibilidades pictóricas a partir de mediados de los sesenta.
Sigmar Polke y Gerhard Richter formularon juntos el concepto de Realismo Capitalista con el doble motivo de ofrecer una reflexión irónica del arte pop y del Realismo Socialista -una repulsa a ambas ideologías a favor de una labor anárquica de francotirador. Les impresionaban los aspectos antiartísticos del pop, pero no su compromiso con las artes gráficas o los colores primarios. Polke y Richter procedían de un clima cultural y económico diferente. Y seguro que les habría gustado comerse los pralinés que pintaban. Apenas se encontraban en situación de entonar himnos al consumismo.
Polke intriga, plantea problemas, provoca, se diviene, investiga, perturba. Se deleita en contradicciones cultivadas: un artista suntuoso que es paradójicamente anti-pintura: un realizador de imágenes que se involucra de forma apasionada con la no-interferencia en los procesos químicos: un explotador que saquea nuestro mundo de la imagen insistiendo en su intrínseca banalidad. Su obra es tímida, irónica y elocuentemente inteligente. Se preocupa profundamente por el proceso de selección de sus imágenes y, a partir de los sesenta, por mantener una distancia crítica que le pemita entablar un comentario irónico sobre los grandes discursos de su tiempo.
Polke parece sugerir que estamos rodeados de categorías vetustas e intelectos estancados. Si él se adhiere a algo, es a la anarquía de la provocación.
Polke, Le tableau aux palmiers. 1964
Gerhard Richter comparte la resistencia de Polke a la grandiosa nostalgia de un Kiefer, o al papel del artista como pintor de corte en la recuperación económica alemana en los años sesenta. Se cuestiona tan agudamente como Polke las posibilidades de la pintura contemporánea. Richter declara
firmemente en una entrevista con Benjamin Buchloh: "Pintéincluso fotos, de modo que no tuviera que ver nada con pintura -es un obstáculo para todo tipo de expresión apropiada para nuestro tiempo". Simpatizaba con la anti-estética de Warhol pero mantenía al mismo tiempo su posicion de pintor.
En algún momento Richter declara "no séquépintar" y con ello pone el dedo sobre uno de los mayores dilemas estéticos -por no decir étnicos- del periodo.
Richter, Student, 1967
Próxima entrega viernes 8 de setiembre: Recopilatorio en un único archivo en formato pdf que contendrá todos los artículos de Kevin Power de la segunda época de la revista Ajoblanco que hemos compartido estas últimas semanas.
Por fin una exposición del underground y de la contracultura de los años 70 en Catalunya. Fueron unos años de creatividad desbordante, sin cánones impuestos, vividos al margen de prebendas, partidos e instituciones. Las incoherencias del régimen franquista en su decadencia, la persecución centrada en los partidos políticos marxistas e independentistas, y la distancia geográfica que nos alejaba del centro neurálgico del poder, posibilitaron unas grietas por las que se coló una parte de la juventud inquieta y conectada con las corrientes contraculturales que llegaban de fuera.
Jaime Rosal era un tipo raro. Traducía a los franceses de la Ilustración (una gauche divine más bien olvidada), decía lo que pensaba y fumaba en pipa con delectación.
El Palau Robert prepara una exposición que reivindica la contracultura de los setenta.